sábado, 9 de abril de 2011

tu mano sobre mi mano

Las palabras lastimeras de un despiadado corazón de roca disparando como cuchillos tantas frases filosas, dolorosas, que quizás jamás quisimos decir nosotros, se pierden entre la maraña inmunda de un extraño amor bizarro y loco, del cual fuimos presa en el paso ínfimo del tiempo, una playa mágica y extraviada a mi inconsciente sobrehumano, en el limbo de mis recuerdos pesadumbrosos en donde las imágenes se mezclan a golpe de momentos vividos en un cuento imaginario mitad real mitad ficticio, y en donde tu nombre ha sido borrado de cuajo por unas malignas olas negras, en una tempestad de sonidos mitológicos

Recordando tu nombre bajo un inmenso cielo azul, tapizado de nubes de ambrosias, recuerdo el sonido joven y energizarte de tu voz, perdiéndose día a día entre las negras nubes que dejo todo el inmenso desamor, muéstrame el camino para volver, ambos tan lejos de aquí y sin querer volver a un mundo lleno de mentiras, hablemos mirándonos a la cara y sin bajar la mirada, las supuestas distancias que todo entre tú y yo nos separan, diluidas en medio de una lluvia fina en un eterno verano, tu mano sobre mi mano siempre unidas en secreto a través del paso del tiempo, en este camino extraño en medio del desierto

la lluvia

La lluvia cae fuerte allá afuera y en el charco dejado por ella navegan perdidas sin rumbos las hojas que cayeron de los arboles, en un silencio desolador el mundo duerme envuelto en una bruma espesa y aterradora, son los últimos momentos de una canción tristona, que se desangra al compas perverso de tantos recuerdos dolorosos que hemos vivido, las alternativas se transforman en filudos escapes de ahogo para un niño que ha vuelto a ser hombre de un instante a otro.

La memoria falla, se altera en el paso del tiempo, y otra vez me pregunto que son los recuerdos, a donde va la ilusión de un bello rostro, en que queda transformada la sinfonía poco melodiosa de un amor a escondidas y loco, una voz tosca y ronca diciendo adiós a todo, se apagan las luces de la sala angustiosa en que fuimos tan felices todos nosotros, los jóvenes, las promesas de un futuro incierto bajo un cielo radiactivo y toxico, la primera vez que amanecimos hebrios, tu hermoso brazo sobre mi hombro, pedazos de un ser humano se desintegran ante la vista indiferente de un público sin sentimientos y sin excesos.

La parodia de una vida, haciendo un terrible collage con las peores escenas de nosotros, dos infames monstruos, un aroma a avellanas, en la conjunción de las palabras, te podría pedir que no me dejes solo esta noche, afuera está lloviendo y tengo miedo, reconozco que a veces aun soy un niño temeroso de la clandestinidad de la noche, en una ciudad inmensa para todo cuanto fuimos y seremos nosotros, el hongo gris, toxico, esparciendo sus tentáculos sobre un indefenso mundo, al borde de una destrucción, una gran masacre, que nos desbaste a todos.